Recuerdos de un pleyediano en la estación de tren.

Leyendo en el blog un planeta con canas (que recomiendo a todo el que pase por aquí), descubro una de esas noticias ( leer aquí ) que inevitablemente me conduce al recuerdo y la perplejidad que tuve que sufrir hace ya algunos años cuando regresaba en tren a Cádiz desde la ciudad de Granada donde estudiaba en la Universidad.

Por aquel entonces, yo era estudiante de Biología en la Universidad de Granada y aunque gozaba de ese pequeño sueño dorado de estar "cuasi-independizado" en los mejores años de juventud, volver a Cádiz tras los exámenes de Junio ( más algo de Julio) y estío veraniego que comenzaba en Granada, era en aquella época un deseo acompañado de algo de necesidad, calor familiar y un clima más suave y tolerante con los termómetros.

Siempre, o casi siempre, ese regreso se hacia pausado y con la letanía que sólo podía ofrecer el hoy desaparecido Andalucia Express, que invertia casi 6 horas lo que hoy se hace en 3 horas de automovil, montarse en aquellos trenes siempre generaba en mi algo de incertidumbre, romanticismo, y una pequeña dosis de expectación ante quién se sentaría en el asiento de al lado o al lado de quién me sentaría yo. La experiencia en largas travesías ya me había curtido en averiguar lo determinante que podía llegar a ser en un viaje de esta naturaleza, lo que tengas "al lado".

Aquel dia, nada mas subirme al vagon llamó mi atención un señor que por su apariencia atípica o poco ortodoxa para la edad que aparentaba me hizo pensar - ojalá no sea este tu compañero de viaje -, también llamarón a la atención de mis ojos otros ( más bien otras) viajer@s, ¡pero no! , me tocó al lado de ese extraño hombre de extensas barbas blancas y ropa algo deslucida. Obviamente es cuestión sólo de tiempo que algún tipo de conversación surgiera, ¿ a donde vas?, ¿qué haces?, ¿a qué te dedicas?, es increible como algunas personas te cuentan su vida en este tipo de contextos pero lo que estaba a punto de ocurrir nunca jamas me había pasado. Recuerdo una conversación fluida y amena quizás por eso el hombre tuvo esa sensación de confianza ( no sé por qué pero habitualmente suelo generar este tipo de sensaciones en la gente) que le hizo predicar lo que estaba a punto de desvelarme, todo comezó preguntando muy directamente, - Y..., ¿piensas instalarte en Cádiz? - preguntó- pues aún no lo sé pero intentaré acabar por allí - conteste yo pensando,...¡qué carajo te importará!-, poco a poco las preguntas se volvieron sentencias y empezó a aconsejarme que Cádiz no sería un buen lugar para vivir y que debería o bien continuar mi vida en Granada o buscar empleo en Madrid o alrededores, rapidamente comencé a pensar que el tipo en cuestión estaba chiflado y que renunciar al pescaito frito frente a la playa de la Victoria era algo que no muchos gaditanos estarían dispuestos a sacrificar. En tonces sin más le pregunte por qué razón Cádiz no era un buen sitio para vivir, y en ese momento se acercó a mi oido como si tuviera miedo que alguien más que yo oyera lo que iba a decirme, y con una voz muy baja me dijo - por el meterito...- ¿Cómo? - le dije, y entonces comencé a oir una de las teorias conspiranoicas más surrealistas jamás oidas por hombre alguno.

El sujeto estaba plenamente convencido de que allá por el 2024 caería un meteoro como el que mató a los Dinosaurios, pero esto - como suele ser habitual -, sólo era conocido por unos pocos en el planeta Tierra, de hecho toda esa fiebre constructora en la costa era para que la población de concentrara en ella y así más gente muriera por los efectos del impacto del meteoro. Meteoro que por cierto, conocían y hasta sabían el punto exacto de caida ( más o menos cerca de las Azores), el plan cómo no podía ser de otra forma era eliminar a la mayoria de la población, salvar sólo un reducido grupo de seres humanos y crear una nueva era.

Como podeís imaginar no daba crédito, incluso llegue a tener el presentimiento de que si le contradecia podía enfadarlo y como todo el mundo sabe, a un trastornado hay que seguirle la corriente, entonces pasé a la acción y le pregunte (mostrando un falso aire de interés), -¿cómo sabe usted todo eso? - y aquí vino lo mejor cuando me explicó que todo eso se sabía por los pleyedianos, que son basicamente una raza de extraterrestres descrita por ciertos contactados que parecen por sus ojos claros y pelo rubio nórdicos de lo más profundo de Suecia.

Con todo el tipo no parecia mostrar signos de locura evidente, simplemente estaba convencido de todo lo que decía, él por alguna razón lo creía, y creo que todo lo que me contó fue desde la honestidad, ¿entonces? quizás la respuesta esté en este fragmento del periódico ABC del que aquí pongo un extracto:

Supervivencia de la Humanidad

Ahora hablemos de negocios. El rumor del fin del mundo en 2012 ha venido muy bien a una serie de aprovechados. Actualmente hay 400 libros que hablan sobre el tema en Amazon (vamos a suponer que algunos títulos quieren desenmascarar a los timadores) y las webs sobre el asunto se han multiplicado como setas. La más flagrante, según denuncia Morrison, ha sido una falsa web de ciencia lanzada por los promotores del filme «2012». El sitio, un montaje publicitario, aseguraba haber sido creado por una ficticia Institución para la Continuidad Humana, dedicada a la investigación científica con una única misión: la supervivencia de la Humanidad. El contenido se las trae: asegura que el Instituto fue fundado en 1978 por líderes internacionales de gobiernos, la esfera económica y la ciencia. Llegan a decir que en 2004 los científicos confirmaron la existencia, con un 94% de probabilidades, de que el mundo sería destruido en 2012. Es cierto que lleva la firma de Sony Pictures, pero qué apostamos a que más de uno se lo ha tragado.


Esta técnica de marketing viral, llamada así porque se expande como los virus informáticos, no es inocente. Busca resultados económicos bajo una mentira, pero sus efectos no son sólo hacernos quedar como tontos, sino que confunden a muchas personas y pueden generar temores innecesarios. Hace unas semanas, una compañía telefónica utilizaba una técnica parecida, muy controvertida por sus implicaciones éticas, para darse a conocer. Y bien que lo consiguió. Difundió el bulo de que un meteorito había caído en Letonia. Por unas horas, todos lo creímos, los medios de comunicación los primeros, e incluso se movilizaron bomberos, policía y científicos hasta el lugar de los hechos. Pero eso no es lo peor que puede pasarnos. Si tuviera un familiar viviendo cerca del lugar del impacto, ¿no se sentiría preocupado?.

Debo decir que cuando leí esto, recordé la historia que arriba os he contado pensando y preguntandome si aquel pobre desgraciado era,...¿timador, víctima o aprovechado?

Saludos

1 comentario:

  1. Pues vaya viaje... A veces pasan estas cosas, y a mi siempre me da la sensación de que todos los pirados me vienen a hablar a mí. :)

    Yo creo que sería una víctima más el pobre. Suponque que las víctimas deben de ser el porcentage más elevado, de calle.

    Saludos.

    ResponderEliminar