Hace ya casi una década que saltó a la palestra el problema de la encefalopatía espongiforme bovina ( en adelante EEB) o más conocida por la «enfermedad de las vacas locas», esta rara enfermedad de aparición reciente fue sin duda el resultado de dudosas prácticas alimentarias en muchos países de la Unión Europea.
Aunque existen muchas hipótesis de como pudo ocasionarse esta rara enfermedad, lo cierto es que los bovinos son habitualmente herbívoros y este hecho por simple que parezca no fue convenientemente tenido en cuenta. En la naturaleza, el ganado come hierba y ¡solo hierba! por lo que el desarrollo de la moderna industria de producción ganadera tuvo que asumir una creciente demanda de piensos de origen vegetal con un importante aporte proteico, en los EE.UU esto no significo un gran problema ya que se recurrió (y se recurre) al cultivo de la soja para destinarlo a la elaboración de piensos. Sin embargo en Europa ( y muy especialmente en las Islas Británicas) el cultivo de la soja era deficitario por lo que a falta de regulación se recurrió a utilizar los subproductos cárnicos de la propia industria ganadera como fuente proteica, de este modo se consiguió de una forma "original" y barata obtener una inagotable fuente de proteína para el ganado.
Sea como fuere se forzaron a unos animales herbívoros a digerir y metabolizar proteína de origen animal. El problema no se hizo esperar y a principios de los 90´s los casos de encefalopatía espongiforme bovina (EEB) empezaron a destaparse. Los priones ( un tipo específico de proteína) pasaron a la cadena trófica del ganado por medio de las harinas hechas a partir de los subproductos de animales infectados, me tomo la licencia de presumir el hecho de que probablemente determinados priones no pasan de forma natural de la presa al depredador, siendo seguro que de herbívoro a herbívoro si que pasan e infestan al consumidor de los restos infectados.
Crédito de la imagen :www.famma.org/reportajes/vacas_locas.htm